
Hace unos días nos hemos enterado por la prensa que la OCU, la Organización de Consumidores y Usuarios, en uno de los análisis que realiza sobre diferentes productos, ha descubierto que algunas hamburguesas que se venden en supermercados contenían carne de equino. Dicho así suena fatal, carne de caballo en mi hamburguesa. Claro, luego pienso, la cecina de equino, que es típica de Villarramiel, un pueblo de Palencia, está riquísima.
La cuestión, que también lo ha aclarado la OCU, no es que sea malo para la salud, en eso no hay ningún problema. El problema viene, como siempre, por los trucos en el etiquetado de los productos.
Si os fijáis cuando compréis carne en los supermercados, muchas hamburguesas, incluso carne picada de esta que viene en bandejitas, pone “burguer meat”, que legalmente al parecer eso quiere decir que no incumple la norma si no es 100% de ternera, porque no pone que sea 100% de ternera, pone “burguer meat”. Bueno, como esto hay un millón de cosas en los etiquetados.
No quiero decir que nos comamos cosas insanas, que sinceramente creo que todo pasa los controles sanitarios pertinentes, pero sí es cierto, que muchas veces no compramos lo que creemos estar comprando.
Así que con tanta hamburguesa, burguet meat, etc, etc, me entró mono de comer una hamburguesa, pero no de mono, sino de ternera 100%, así que me la hice desde el principio, comprando en la carnicería un trozo de carne de ternera, que me la piquen, y lo demás ahora os cuento en la receta.
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