
Hoy os quiero presentar estas deliciosas y crujientes galletas, las galletas de canela, a medio camino entre las galletas de mantequilla y las Napolitanas.
He de decir que la intención que buscaba precisamente es la de hacer las Napolitanas, pero aunque tienen un toque bastante similar, no son del todo como aquéllas, sin embargo con un café o un té en la sobremesa casi prefiero estas, que para qué nos vamos a engañar, si son diferentes es porque estas son caseras.
Además me parece que encajan perfectamente en un día como el de mañana. Sí, el Día de San Valentín, el de los enamorados. Hoy me he levantado algo gamberro y os voy a explicar dos razones de por qué elijo esta receta para San Valentín. Una, porque lleva canela, y ya sabéis lo famoso que es su uso como afrodisiaco. Dos, porque lleva amoniaco, y ya sabéis eso de que hay amores que matan.
Ahora bien, ni vas a matar a nadie ni vas a conseguir una cita guay si no te curras algo más que las galletas, siento romperte el mito. En primer lugar, la canela es conocida por otras propiedades más allá de la afamada afrodisiaca, entre ellas que reduce los niveles de azúcar en sangre y estimula la producción de insulina, pero además también parece intervenir en regular los niveles de colesterol LDL (el chungo), mejorar la digestión y poseer una gran capacidad antioxidante (tomada como infusión, no como galletas). En cuanto al amoniaco, recuerdo leer alguna receta, sobre todo de hace mucho tiempo donde se indicaba este ingrediente, y claro yo pensaba «están locos, o qué??». Luego descubrí que el falso amoniaco (por eso lo pongo en cursiva) es en realidad bicarbonato de amonio, también conocido como hartshorn, un gasificante que aunque huele a diablos (huele realmente a amoniaco) consigue que tus galletes queden muy crujientes. Existe desde mucho antes que los impulsores actuales (levadura química) y con el calor libera gases de amonio (responsable del mal olor, que desaparece por completo en el horno) y dióxido de carbono en masas poco húmedas como las de las galletas, de ahí ese crujiente que lo diferencia de otros impulsores. Es por lo tanto un gasificante para usarlo en galletas pero no en bizcochos o magdalenas.
Así pues, disfruta del Día de San Valentín con estas galletitas de canela, que tengan o no tengan efecto afrodisiaco, tú piensa que sí lo tienen. Ah, y pasa de comentarle a tu pareja lo de la liberación de los gases de amonio y cómo actúan los impulsores y gasificantes, que aunque es verdad que quedan muy crujientes las galletas, romántico lo que se dice romántico no es.
Besitos 😉 Sigue leyendo «Galletas de canela»