Como aperitivo, como entrante, de primero, de merienda, como quieras. Qué más dará, están ricos a cualquier hora del día. Puede que no los comiese nada más levantarme, porque con el sueño y las rutinas igual los mojo en la leche y claro, no es plan, pero a partir de ahí, cuando se quiera. Qué ricos, baratos y facilísimos de hacer.
Hay muchas versiones de preparar este molusco, hoy os presento una muy sencilla con salsa de tomate.
INGREDIENTES
- 1/2 kg de mejillones
- 1 cebolla
- 200 ml de tomate triturado
- 2 dientes de ajo
- 2 guindillas de cayena
- 1/2 vasito de vino blanco
- 1 cucharadita de harina
- aceite de oliva
- sal
- agua
PREPARACIÓN
- Primeramente en una cazuela de base ancha con 1 ó 2 vasos de agua, introducimos los mejillones limpios de barbas y suciedad exterior y llevamos al fuego. Según se vayan abriendo las conchas retiramos a un plato o fuente. Retiramos la concha que queda libre y reservamos.
- Colamos ese agua y guardamos 1 vaso. Limpiamos la cazuela para usar de nuevo.
- Picamos finito la cebolla y el ajo y rehogamos en la cazuela con un par de cucharadas de aceite de oliva y sal. Añadimos la cayena y rehogamos conjuntamente.
- Cuando esté blanda la cebolla y empiece a tomar color retiramos la cayena (si os gusta el sabor picante lo podéis dejar) y añadimos la harina. Rehogamos bien que no queden restos de harina cruda y añadimos el vino blanco.
- Dejamos 1 minuto y vertemos el tomate triturado.
- Si se nos espesa demasiado podemos añadir un poco del agua de los mejillones. Si fuese necesario añadimos un poco más de sal.
- Dejamos cocinar hasta que adquiera la salsa la textura que deseemos e introducimos en la cazuela los mejillones. Mantenemos unos 5 minutos conjuntamente y dejamos reposar.
Puede que los haga para comer… tienen buenísima pinta.
Anda, quiero mejillones… Qué buenos!!!