Una de las cosas que siempre he defendido en este blog es que el hecho de comer bien y rico, no está reñido con la sencillez en su elaboración. Por supuesto que no. Las recetas ricas y fáciles son maravillosas.
Luego ya cada cual se puede complicar lo que quiera, depende de lo cocinillas que seas.
En este caso, no hace falta que le busques excusas porque esta receta todo el mundo que se ponga la sabe hacer. Sólo hay que ponerse.
INGREDIENTES
- 2 pechugas de pollo en filetes
- 2 dientes de ajo
- 1/2 vaso de vino blanco
- harina
- perejil
- aceite de oliva
- agua
- sal
PREPARACIÓN
- Pedimos al carnicero que nos filetee las pechugas lo más finas posible. Las salpimentamos por ambos lados.
- En una sartén con un chorrito de aceite de oliva freímos a fuego vivo 1 minuto por cada lado; aunque queden sonrosadas por el centro, se terminarán de hacer en la salsa.
- Reservamos las pechugas según las freímos.
En el mismo aceite, a fuego más suave (podemos separar la sartén del fuego para que temple), echamos una cucharadita de harina y mezclamos, añadimos un ajo machacado, el vino blanco y en cuanto evapore el alcohol, en unos segundos añadimos un chorrito de agua. Dejamos a fuego medio que reduzca hasta conseguir la textura de salsa que deseemos. Añadimos sal si fuese necesario.
- Colocamos los filetes de pechuga en la salsa, echamos perejil picado por encima y dejamos que hierva un par de minutos.